27.1.04
No sé por qué se las considera como entrada, para mí son más que eso.
Lejos de serme predilectas, lejos de gritar a diario por ellas, las empanadas merecen ser un plato principal. O al menos más reconocidas.
Sin duda las mejores son las caseras-caseras, esas que te invitan a no parar de comerlas.
Pero no siempre se cuenta con semejante placer, no es algo cotidiano. Y para esto están los negocios que nos las proveen.
Una vida agitada requiere soluciones rápidas. Por esto recurrimos a ellos cuando nuestro empanadoso estómago las solicita.
Llamamos, encargamos, cortamos. Jugos gástricos juegan a deleitarse por adelantado.
Esperamos, esperamos, llegaron, mordemos... ¡CHASCO! ¡La empanada no coincide con su dibujito referencial!
Y esta es la cuestión: ¿Cómo establecer 30 diferentes marcas en 10 cm. de masa?
Las empresas se ocuparon de la identificación de cada una, pero no tuvieron muy en cuenta la variación que el calor les produce.
La forma todas la mantienen [salvo las árabes], para identificarlas suelen: hacer diferentes estilos de repulgo, agujerearlas, doblarle alguna o ambas puntas, marcarlas con cruces e infinidades de cosas más. Claro que todo es pre-cocción.
Lo que sucede es que la masa se modifica; el agujero pudo taparse, la cruz borrarse, la doblada punta desdoblarse y el repulgo perder lo especial.
Este es un inconveniente para el consumidor; las empresas al elaborarlas saben cuál es cúal [tendrán estantes rotulados], después de todo las hornean.
Nuestro gusto es ese que siente un baldazo de agua helada cuando cree en algo que termina no siéndolo.
Supongamos esta situación: Almuerzo en familia. Una docena de empanadas. 4 de carne común, 3 de jamón y queso, 3 de humita y 2 de atún.
Yo, que pido de carne, tengo el doble de posibilidad de comer una de ellas que de atún.
Después de haber estudiado cuidadosamente las minuciosas diferencias entre cada una, decido que ésa es de carne... y oops! No, era de atún. Acá no vale eso de "para que sea de carne tiene que haber 4 iguales"... no, no vale porque las cuatro igualan una sola cosa: que es distinta una de otra.
No se puede estar adivinando qué se está por comer. Una solución sería que se pusiera bolsitas con el gusto impreso y adentro las empanadas. ¿Un gasto más? No, una inversión.
No desecho la idea de marcarlas previamente, sólo digo que podría mejorar.
Algo que las marque realmente. Se necesitan 4 o 5 símbolos diferentes [letras, números, dibujos] para este propósito. Incrustados en un costado y en hilera.
Usando 5 podrían hasta cuadruplicar la variedad de gustos y así cada empanada tendría su simbología única.
Sí, puede ser hasta divertido esto de ir descifrándolas, hurgándolas, manoseándolas.
Mas siempre me han predicado: "No juegues con la comida".
Lejos de serme predilectas, lejos de gritar a diario por ellas, las empanadas merecen ser un plato principal. O al menos más reconocidas.
Sin duda las mejores son las caseras-caseras, esas que te invitan a no parar de comerlas.
Pero no siempre se cuenta con semejante placer, no es algo cotidiano. Y para esto están los negocios que nos las proveen.
Una vida agitada requiere soluciones rápidas. Por esto recurrimos a ellos cuando nuestro empanadoso estómago las solicita.
Llamamos, encargamos, cortamos. Jugos gástricos juegan a deleitarse por adelantado.
Esperamos, esperamos, llegaron, mordemos... ¡CHASCO! ¡La empanada no coincide con su dibujito referencial!
Y esta es la cuestión: ¿Cómo establecer 30 diferentes marcas en 10 cm. de masa?
Las empresas se ocuparon de la identificación de cada una, pero no tuvieron muy en cuenta la variación que el calor les produce.
La forma todas la mantienen [salvo las árabes], para identificarlas suelen: hacer diferentes estilos de repulgo, agujerearlas, doblarle alguna o ambas puntas, marcarlas con cruces e infinidades de cosas más. Claro que todo es pre-cocción.
Lo que sucede es que la masa se modifica; el agujero pudo taparse, la cruz borrarse, la doblada punta desdoblarse y el repulgo perder lo especial.
Este es un inconveniente para el consumidor; las empresas al elaborarlas saben cuál es cúal [tendrán estantes rotulados], después de todo las hornean.
Nuestro gusto es ese que siente un baldazo de agua helada cuando cree en algo que termina no siéndolo.
Supongamos esta situación: Almuerzo en familia. Una docena de empanadas. 4 de carne común, 3 de jamón y queso, 3 de humita y 2 de atún.
Yo, que pido de carne, tengo el doble de posibilidad de comer una de ellas que de atún.
Después de haber estudiado cuidadosamente las minuciosas diferencias entre cada una, decido que ésa es de carne... y oops! No, era de atún. Acá no vale eso de "para que sea de carne tiene que haber 4 iguales"... no, no vale porque las cuatro igualan una sola cosa: que es distinta una de otra.
No se puede estar adivinando qué se está por comer. Una solución sería que se pusiera bolsitas con el gusto impreso y adentro las empanadas. ¿Un gasto más? No, una inversión.
No desecho la idea de marcarlas previamente, sólo digo que podría mejorar.
Algo que las marque realmente. Se necesitan 4 o 5 símbolos diferentes [letras, números, dibujos] para este propósito. Incrustados en un costado y en hilera.
Usando 5 podrían hasta cuadruplicar la variedad de gustos y así cada empanada tendría su simbología única.
Sí, puede ser hasta divertido esto de ir descifrándolas, hurgándolas, manoseándolas.
Mas siempre me han predicado: "No juegues con la comida".




